Para los amantes del humor, un fragmento del relato.
Un baño en el río
Para los amantes del humor, un fragmento del relato.
Un baño en el río
¡Dios mío! ¡Un hombre! Qué pedazo de hombre, desnudo, montando un hermoso caballo blanco. Eso no podía estar pasándome a mí.
El caballo pasó a ser algo secundario, y mira que me gustan los animales, pero el de arriba me llamaba más la atención.
-¿Sería tan amable de volverse para que pueda salir?
Esto se lo decía al hombre cachas de piel morena, que atizaba con su sexo el lomo del caballo mientras mantenía una sonrisa de ¡Te pillé! Y una mirada verde como el agua que mantenía firme en mí.
-Ni hablar, no hay trato, vamos, estamos solos, es justo estar en igualdad de condiciones.
Para los románticos amantes de Cuarto Milenio, un fragmento del relato.
La Luz.
Yacía completamente desnuda en el aire blanco y sentí cómo penetraban en mí todos sus amores, todos sus fracasos. Al momento estaba riendo y acto seguido, sentía un nudo en la garganta.
Veía a través de sus ojos y él con los mios. Conoció cada una de mis relaciones, le besaron los labios que me besaron a mí y a mí me tocó cada una de sus alegrías hasta que pasó ante nosostros una concentración de cometas, de estrellas fugaces como él.
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Para los que piensan que es un libro sólo de chicas, suave o blandito, un fragmento de.
¨Dos por 400¨
Al terminar de follarme a mi mujer, los ojos se me cerraban solos. había tardado mucho en correrse, se quejaba en cada postura y tuve que follarla demasiado tiempo. Además, llegaba cansado del trabajo, sólo quería echar un polvo rápido y dormir, ¿acaso pedía demasiado?
La amaba, era la mujer de mi vida, pero necesitaba variar un poco, así que decidí que me merecía visitar a una puta. Sexo rápido, sin charlas, sin amor, sin niños, ni teléfono ni suegra. Pago, follo y me voy a casa a cenar.
Para los poetas, un fragmento de.
Imagina
Te vuelves hacia mí y con un pequeño movimiento, me pones en tu lugar, dejando que el agua moje mi cabello, mi rostro, que permanece alzado porque tú tiras de mi melena como queriendo dejar claro que estoy allí porque tú me creaste y por ello, te debo obediencia.
Empujabas mi cabeza con tu mano hacia abajo y con la mirada señalas tu pene firme, explosivo y azulado.
Me acerco a tu oído y susurrante, te digo cuánto lo deseo. Aprietas aún más fuerte y casi doblas mis rodillas.
Obedezco y sigo el camino señalado, lamiendo las gotas de agua que encontraba en él. Chupo tus pezones, tu vientre, tu ombligo y finalmente, llego a tu sexo, que sabe a verano.